NOTA: 100%
No deseaba que llegase este momento, pero bueno, mirándolo de otra manera, también es otra forma de disfrutar de uno de mis discos definitivos de este 2023 que ya apunta a su fin, es decir, escribiendo sobre él y lo que ha supuesto para quien suscribe. Y así es, De Amor y Rabia (2023), el tercer disco de CORAZONES ELÉCTRICOS, ha sido muy importante para un servidor, desde hace tiempo estoy pasando por un momento de mi vida complicado, el más complicado de todos los complicados, ese que nunca pensé que me pondría en 'alerta' de verdad y que me mostraría más vulnerable que nunca notando como los pilares de mi existencia vital y emocional se resquebrajaban uno a uno, sin vuelta atrás ni retroceso. La vida, ya os lo decía antes...
'Aprendí a sobrevivir, abandonado y sin amor...
Hacia dentro logré salir, desde el agujero nació un león con fé...' ("Cimarrón")
El caso es que los adelantos que iban lanzando la banda de Pau Monteagudo (composer, guitar, vocals), Quique Cuquerella (drums) y Pete Sala (bass) desde la pasada primavera ("Todo por el Aire", "Balada del Difunto Vivo", "Cimarrón") se me antojaban perfectos, y no lo digo sólo a nivel musical, ¡qué va!, a nivel lírico y de emociones surgió una conexión muy profunda, como nunca antes había sentido con las canciones de Mr. Monteagudo. Intuía que este disco iba a estar ligado a mi corazón más allá de lo que siempre han estado los discos de Uzzhuaïa, e incluso los dos anteriores de éste su proyecto junto a Quique y Pete, Corazones Eléctricos. No me equivoqué... ni lo más mínimo...
Parafraseando unas frases que definen al 'Cimarrón': "...son animales domésticos que se vuelven salvajes al ser abandonados o al escapar del 'hogar' donde estaban siendo maltratados. Se adaptan volviendo a su esencia, que nunca fue la de ser mascota, como la nuestra, que nunca fue la de ser esclavos...". Para bien o para mal... me reconozco completamente en ese 'sentir' de Pau...
¿Y por qué ocurre ésto?, ¿por qué no puedo (ni quiero) salir de De Amor y Rabia (2023)?, pues es bien sencillo, no sólo es el mejor álbum de Corazones Eléctricos, es que es el más personal y con mayor profundidad de toda la carrera de Pau, el que más se ha vaciado 'desde dentro' y el que más demuestra lo hastiado y cabreado que está con el mundo, pero también lo ilusionado que está a nivel personal. Frases como 'estoy cansado de sumarle a un mundo que me resta, estoy cansado de callarme con la boca abierta...' dicen mucho de la frustración en diversos aspectos vitales, sociales y profesionales que el músico valenciano está sintiendo en este momento. Así como, por el contrario, bellas confesiones que demuestran su estabilidad emocional con su 'rubia' caso de: "... La Reina de mis huesos, la 'rubia' de agua y sal... desde que llegaste eres la canción..." hacen de este álbum una obra de contrastes tanto sónicos como anímicos, sensibilidad a flor de piel y cruda visceralidad, en definitiva, 'De Amor y Rabia' en un ejercicio de reconexión con su 'yo' de los 90's, ese que tan bien plasma en fraseos tales como: 'Yo crecí con Nirvana y mi guitarra, empecé a cantar y a gritarle a mis fantasmas...'.
En terrenos técnicos, el propio Pau ha sido el encargado de la producción, grabado en los estudios Pentasonic, Millenia, Valzhalla St. y La Casa de Ninguna Parte por el legendario Manuel Tomás tras los mandos y la asistencia de Sergio Peiró, Carlos Gómez y Genevieve Bennetts, y masterizado por otro insigne de la música rock en Valencia como Enrique Soriano. Mucho mimo, delicadeza y profesionalidad volcada en estas once canciones.
Musicalmente hablando, considero que Pau se ha dejado llevar como nunca por esos 'Héroes que se han marchado ya...' como en el caso de Kurt Cobain, posiblemente su mayor inspiración, pero también de popes del rock 90's como Josh Homme y sus Queens of the Stone Age, Nicke Andersson de Hellacopters y, fijaos lo que os digo y no creo equivocarme, Dave Wyndorf y sus Monster Magnet en la época en la que estuvieron a punto de comerse el mundo y se quedaron a un suspiro de hacerlo. A los hechos me remito con el riff inicial de "Canción Urgente", la canción que abre el disco, mixturando a los Hellacas y los Magnet de Powertrip...
Como os decía más arriba, en el apartado más personal e íntimo la estabilidad emocional es una clara evidencia que 'apaga los incendios' de nuestro protagonista y ahí sobresalen los aromas a Screamin' Cheetah Wheelies de "Aullar contigo" o la fragilidad, pero también la fuerza, de una relación sana y 'sin domesticar' de "Tú". Qué canción más bella, con la banda contenida sin perder ese sonido áspero y 'grungie' que predomina en casi todo el disco.
En este apartado podría incluir también la sensibilidad y la impostación dramático/cinematográfica de dos temas tan evocadores como "Sueño de una noche de verano" o "Renglones torcidos de Dios", dos cortes que parten de una calma tensa y que luego explotan con una base rítmica por parte de Pete y Quique que ultradimensiona el guitarreo de la guitarra de Pau. Increíbles letras evocando bellas imágenes de un excelso surrealismo, las que más me cuesta identificar con ese 'sentir' de Pau. Tengo pendiente preguntarle y que me descubra más detalles. Con el estribillo de "Sueño de una noche..." me quiebro, os lo aseguro...
'Mi cuerpo vuela y atraviesa la espiral... directamente al punto donde el cielo besa al mar...' ("Sueño de una noche de verano")
Os he hablado de 'romanticismo' y, por qué no decirlo, 'enamoramiento', de 'intensidades evocadoras' e 'imágenes surrealistas'... ¡¡¡pero no hemos hablado en concreto sobre la frustración y la rabia!!!. De esto Pau desprende mucha bilis en este disco.
Está claro que el Rock'N'Roll es un güeto en nuestro país, pero... ¿y si hablamos de Valencia?... peor todavía... A Pau se le nota 'cansado', hastiado de no conseguir un reconocimiento de mayor repercusión y que merece hace ya más de una década, destila una 'frustración' cada vez más importante y que ya ha mostrado en más de una ocasión en sus discos anteriores, incluso en Uzzhuaïa, pero sigue y seguirá peleando hasta convertirse en un 'saco de huesos' por su carrera musical y por el Rock'N'Roll y ahí están los furiosos y empoderados "Canción Urgente", "Cimarrón", "La Destilería" o "Érase una y otra vez" con escupitajos líricos que necesita confesar de la talla de 'Ahora tengo que enterrar, todo lo que no me ha dado paz...'; 'Barreras en llamas!... No pueden con mis pies...'; 'Hace tiempo que mi tiempo es lo que tengo para mí' ó 'Érase una y otra vez, que lo que iba a ser no fue... Este mundo está al revés...'. Una cosa parecida y con algo menos de intensidad decibélica (que no de mensaje) le ocurre a la acidez y las aristas para con los poderes fácticos y la sociedad en general que desprende otra joya como "Todo por el aire" o, a título más personal y de relaciones humanas, de "Los dos lados de la misma cara".
El disco cierra con la experimentación y la 'máquina de huesos' a la Tom Waits del 'latinoide', quasi mariachi, "Balada del Difunto Vivo", una composición de singular personaje 'loser' de esas que también escribe, dibuja, cierra y firma Pau Monteagudo.
En fin, creo haber hecho un análisis quizas demasiado pormenorizado y no sé si esa era mi intención. Hablaba mi corazón. Y es que este disco lo he sentido mío hasta su último rincón, hasta su últimos recovecos, hasta las últimas consecuecias, hasta mi último suspiro como persona que sigue 'llorando su duelo' por dentro...
LAS OBRAS MAESTRAS DUELEN...
'Cabrones de este mundo, ¡aquí mi corazón!...' '¡Y ahora estoy aquí!, ¡pude resistir!... ¡hace tiempo que mi tiempo es lo que tengo para mí!'. ("Cimarrón")
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