Era un poco excéptico a la hora probar con una serie israelí y más tratando el enrevesado conflicto judío/palestino, la verdad sea dicha. Mis compañeros 'cinéfilos' de Rock, The Best Music me la habían recomendado en varias ocasiones por activa y por pasiva, pero siempre se colaba una serie yankee, inglesa o sueca y me equivocaba de todas todas pensando que tramas, interpretaciones y producción iban a estar por debajo de la industria del 'primer mundo'. A día de hoy me arrepiento muchísimo de no haberme espabilado porque la hubiese colocado al mismo nivel que Succession, mi serie favorita del pasado 2020. Pero dejémonos de 'cháchara' y sumerjámonos en FAUDA, la historia de Lior Raz y Avi Issacharoff versada en las incursiones en Palestina de un comando de élite israelí del Mossad para frustrar atentados terroristas de Hamas...
Para quien no la conozca, el protagonista principal es el mismísimo guionista, Lior Raz, carismático lider de un equipo militar especializado en 'eliminar' a peligrosos terroristas árabes. He de decir que la 'maratón Fauda' se ha finiquitado en tan sólo dos semanas, para que veáis que esta serie me ha calado rápido generando un enganche más que importante. ¡Y no es para menos!, la primera temporada causa un impacto brutal con nuestro protagonista teniendo que lidiar con sus demonios personales, su familia, el terrorista más peligroso del momento, Abu Ahmad, y su rebeldía a la hora de tener ideas propias chocando en muchos momentos con sus superiores...
La segunda es todavía mejor, la situación familiar entra en crisis total, la situación se complica con una 'novia' que también lo es del terrorista Walid, segundo de Ahmad, y todo se retuerce dándote cuenta de que ni los buenos son tan buenos (israelíes)... ni lo malos lo son tanto (árabes).
En la 3ra temporada y motivo de este post, nos encontramos a Doron alejado definitivamente de su familia, yendo a orar a una mezquita y apadrinando como entrenador de boxeo a Bashar, un púgil muy prometedor que desea llegar alto. Pero no todo es lo que parece, Doron en realidad está infiltrado en un pueblo en donde se encuentra escondido otro terrorista y los acontecimientos se precipitan para que Bashar se sienta engañado y traicionado huyendo con su padre ex-presidiario de Hamas pues sospechan de su supuesta colaboración con los judíos. Ambos desean demostrar que ésto no es así y raptan a una pareja de novios israelíes que presentan ante la cúpula de Hamas en Gaza. El equipo de nuestro prota no le queda otra que realizar su incursión más peligrosa en la ratonera de Gaza teniéndolo todo en su contra...
En fin, si bien el guión de esta tercera está mucho más alejado de cuestiones personales y tramas políticas, se sigue disfrutando al máximo, con muchas más acción y violencia, casi sin momentos para respirar pero tampoco convirtiéndose nuestro Doron en un 'Rambo'. Me sigue enamorando esa ambientación, esa puesta en escena y esa fotografía, mostrando chabolas y casas derruidas, dejando de lado la parte más 'beautiful people' de Israel que le restaría crudeza y veracidad al asunto y, cómo no, esa iluminación y saturación de colores cálidos en el metraje metiéndonos en una Palestina árida y agobiante en la que el calor y los amarillos sucios son hasta un personaje más. En definitiva y para acabar, una ficción que me ha obsesionado en estas semanas y que me ha hecho entender de una puta vez de qué coño va el conflicto de Palestina y la Franja de Gaza...
Esperando la cuarta con hambre...
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